Natalia Denegri: “Kamala Harris representa una esperanza para todas las mujeres y niñas”

 
 

 

Natalia Denegri vive hace 12 años en Estados Unidos y escribió una columna de opinión acerca del símbolo del empoderamiento femenino que implica la figura de Kamala Harris, la primera vicepresidenta mujer en la historia de ese país.

Mujeres en la política hubo y aún hoy hay muchas. Margaret Thatcher en Reino Unido, Angela Merkel en Alemania, Michelle Bachelet en Chile, Ellen Johnson Sirleaf en Liberia, Dalia Grybauskaite en Lituania, Bidhya Bhandari en Nepal… en Argentina incluso tuvimos dos mujeres en la presidencia y vicepresidencia: Isabel Martínez de Perón y Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, en toda la historia de los Estados Unidos, uno de los países más influyentes y poderosos del mundo, ninguna mujer había llegado a ocupar un puesto de jerarquía en la política hasta estas elecciones. Pero la Vicepresidente Electa Kamala Harris no sólo es la primera mujer en llegar al poder en el país del norte sino que es, además, la primera persona en la vicepresidencia en representar no una sino dos minorías. 

Kamala Harris es hija de Donald Harris, un hombre oriundo de Jamaica, y Shymala Gopalan, una mujer de la India. Ambos dejaron sus países de origen en busca de una vida mejor y a pesar de las marcadas desigualdades que enfrentan en Estados Unidos quienes pertenecen a minorías raciales, ambos lograron superarlas y convertirse en personas destacadas para su comunidad y para el país. Donald se destacó como Catedrático Emérito de Economía en la Universidad de Stanford mientras que Shymala fue una reconocida investigadora del Cáncer de Mama. Estas dos personas, con sus luchas, sus valores, sus costumbres y sus conocimientos, fueron quienes formaron a Kamala, una mujer imparable, trabajadora incansable, y gran luchadora por garantizar los derechos y la justicia para todos.

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Desde sus primeros años, Kamala representa la llegada de la dessegregación racial. Ella formó parte de la segunda camada de estudiantes de color en poder estudiar en colegios públicos en Berkeley, California, gracias a un programa conocido como “Busing”, con el que se buscaba llevar en bus a niños de escuelas superpobladas de estudiantes de minorías a escuelas exclusivas para niños blancos que contaban con espacios disponibles. Esta medida generó gran descontento en gran parte de la sociedad americana, pero los políticos y los padres de estos niños lucharon con tanta fuerza que terminó siendo un hecho. Sus padres, por supuesto, formaron parte de esta lucha (y de muchas otras por la igualdad racial) y eso fue clave en la vida de Kamala, no sólo porque le permitió acceder a una mejor educación, sino porque le demostró que uno debe luchar contra viento y marea por sus derechos y por lo que cree correcto. 

Con los años, Kamala se especializó en la lucha contra el crimen, siendo fiscal del distrito de San Francisco desde 2004, para luego convertirse en la primera mujer afroamericana en ser Fiscal General del Estado de California en 2010 y la segunda mujer afroamericana y primera descendiente india en ganar un escaño en el Senado de Estados Unidos. En 2020, se había presentado como candidata a la Presidencia de la Nación por el partido demócrata, pero no había conseguido los suficientes fondos para financiar la campaña por los mismos prejuicios de siempre. Sin embargo, Joe Biden vio que ella tenía lo que lamentablemente a muchos políticos les falta: convicción y feeling con la gente. Ella vivió todo por lo que lucha y eso era necesario para enfrentar a Donald Trump y ganarse al pueblo americano.

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Como periodista y mujer de negocios que soy, y además por cómo vivimos la política los argentinos, yo seguí muy de cerca su campaña desde el día uno y siempre sentí que ella llegaría lejos. Aunque tiempo atrás había apoyado a Donald Trump y con el hubo, sin dudas, muchos años de bonanza económica, la forma en la que enfrentó la pandemia del Coronavirus, sumada a su comportamiento frente a las protestas raciales, a las mujeres y a los latinos en general, fueron temas que me llevaron a inclinarme por el partido demócrata, pero después de saber que Harris sería la Vicepresidenta de Biden, me decidí por completo a apoyarlos y cuando se anunció que su fórmula había ganado las elecciones, sentí mi corazón explotar de alegría, ilusiones y deseos.

Escuchamos el discurso en familia y aunque mi hija Nicole tiene 6 años, ambas nos emocionamos mucho. Cuando Kamala repitió la frase que su madre le decía, “tú puedes ser la primera en muchas cosas, pero procura no ser la última. No te quedes sentada quejándote de las cosas. ¡Haz algo!”, casi me largué a llorar. Nicole me vio con lágrimas en los ojos y me preguntó qué me pasaba y le expliqué que quizás ella no entendía la importancia de ese momento, la magnitud de que una mujer como ella por primera vez llegue al poder en este país que siempre fue regido por hombres, y ella se emocionó mucho y me dijo: “ahora yo también podré ser presidenta aquí”.

Como comentaba hace unos días en mis redes sociales, creo fervientemente que Kamala representa una esperanza para las mujeres y niñas de este país, especialmente de las minorías. Es un ejemplo de que no hay metas demasiado altas para una mujer que lucha contra viento y marea para cumplir sus sueños. Que nuestras niñas, adolescentes y jóvenes puedan crecer con ejemplos como el de Kamala, es para mi -que soy mujer, latina y madre de una niña americana – una verdadera emoción porque sueño con que mi hija pueda crecer con las mismas oportunidades y derechos que cualquier niño del país, y siento que hoy estamos más cerca de lograrlo.

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Natalia Denegri es periodista, conductora, productora, empresaria y filántropa. Vive desde hace 10 años en los Estados Unidos, donde se ha convertido en una personalidad destacada del mundo latino, llegando a ser considerada una de las “25 Mujeres Latinas Poderosas” de la revista People en Español y recibiendo un diploma del Congreso de los Estados Unidos por su labor humanitaria junto a la Fundación Hassenfeld, de la que es vocera en Latinoamérica y con la que asisten a familias y comunidades necesitadas del continente, como es el caso de La Guajira en Colombia donde ya van por la construcción de la segunda escuela para las comunidades indigenas Wayuú. Sus documentales de carácter social, político y humanitario la han llevado a estar nominada durante cuatro años consecutivos a los Premios Emmy, logrando 13 estatuillas hasta el momento, aunque ya se encuentra nominada a otros 6 premios de forma personal -uno de ellos por primera vez por su rol de conductora de Corazones Guerreros, su exitoso programa de televisión- y 12 junto a su productora Trinitus Productions.

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